Basta simplemente ese lapsus de tiempo, para que tu vida cambie de forma radical.
Un momento en una agenda,
una décima de segundo más
vuela, va saltando de hoja en hoja,
mil millones de instantes de que hablar.
Así rezaba la canción de Antonio vega y los Nacha Pop, del año 1984 y así me sentí yo una vez recobré el conocimiento tras esa décima de segundo.
Echando la mirada hacia atrás, y en un ejercicio de autogestión emocional, me doy cuenta que aunque dolorosa y tremenda, quizás esa décima de segundo se introdujo en mi vida, para hacerme despertar de mi letargo.
Muchas, muchísimas cosas han cambiado en mi vida desde aquella décima de segundo, muchas han sido las personas que gracias a esa fracción de tiempo, desnudaron su verdadera identidad y al fin se mostraron como lo que realmente son, y otras igualmente abrieron su maleta de emotividad y la pusieron a mi alcance.
Sin duda como ejercicio queda fantástico, pues aprendes a colocar a cada persona que en tu vida era en un lado u otro de esa linea. Pero lo mejor de todo, empiezas a sentirte tremendamente libre, libre de prejuicios y de falsedades, es cierto que han sido dos años de muchos dolores y pesares, pero también de encuentros risas francas y tardes de charlas amenas.
La gente en tu vida, entra y sale, nunca sabes como ni porque, pero hay ocasiones que si, y puedes determinar el porque y en que momento y porque se fueron, o los largaste, que de todo hay.
Pasa el tiempo, como esa décima de segundo, que ya hace dos años que pasó, y que sin duda hizo que mi vida ya no fuera nunca mas igual, cosa que realmente agradezco enormemente.
Gracias a mi amor, por estar siempre y apoyarme cuando mas lo necesitaba y porque supiste poner un poco de paz dentro de tanta guerra.
Gracias a mis amigos de verdad, que siempre estuvisteis.
Y Paquito, mi chico quien ha estado siempre entre mis pies, los dos juntos.
Y gracias mil a los que os quitasteis de en medio, porque gracias a eso, soy mas feliz.
Una décima de segundo cambia toda una vida....
